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| Ilustración: Charlotte Brontë |
Cartas de Charlotte Brontë a Constantin Héger[1]:
Género epistolar
Relato enmarcado de: Beatriz Actis - "Cuando se va el verano"
Hawort, 8 de enero de
1845
Monsieur[2]:
(…) Nadie -ni yo- necesita mucho afecto de aquellos que ama.
No sabría qué hacer con una amistad entera y completa, no estoy acostumbrada a
ella. Pero usted me demostró en otros tiempos un cierto interés, cuando era su
alumna en Bruselas, y me mantengo aferrada a ese poco interés. Me aferro a él
como me aferraría a la vida (…).
Mllle. Charlotte
Brontë
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Hawort, 18 de noviembre
de 1845
Señor.
Los seis meses de silencio han seguido su curso. Hoy es 18
de noviembre, mi última carta estaba fechada (creo) el 18 de mayo. Por eso
puedo escribirle sin faltar a mi promesa. El verano y el otoño se han hecho muy
largos, a decir verdad, han sido necesarios dolorosos esfuerzos por mi parte
para mantener hasta ahora la abnegación que me impuse a mí misma. Usted, señor,
no puede concebir lo que significa, pero imagínese por un instante que uno de
sus hijos fuese separado de usted, a ciento sesenta leguas, y que usted tuviera
que estar seis meses sin escribirle, sin recibir noticias suyas, sin oír hablar
de él, sin saber de su salud, y entonces entenderá fácilmente toda la severidad
de una obligación así. Le digo francamente que he intentado olvidarlo durante
estos meses, porque el recuerdo de una persona a quien uno no cree que pueda
volver a ver de nuevo y a quien, sin embargo, se tiene en gran estima,
atormenta demasiado la mente, y cuando uno ha sufrido ese tipo de ansiedad durante
un año o dos, está dispuesto a hacer cualquier cosa para reencontrar la paz.
Yo lo he intentado todo; he buscado ocupaciones, me he
negado a mí misma por completo el placer de hablar de usted, ni siquiera a mi
hermana Emily; pero no he sido capaz de superar ni mis pesares ni mi
impaciencia. Lo cual, de hecho, es humillante ser incapaz de controlar los propios pensamientos, ser
esclava de un pesar, de un recuerdo, la esclava de una idea fija y dominante
que gobierna despóticamente la mente. ¿Por qué no puedo recibir tanta amistad
de usted, como usted de mí, ni más ni menos? Entonces estaría tranquila, tan
libre que podría mantenerme en silencio durante diez años sin esfuerzo.
Volveré a escribirle el próximo mayo, sería mejor esperar un
año, pero es imposible demasiado tiempo. Adiós, mi querido Maestro, que Dios lo
proteja con sumo cuidado y lo corone con bendiciones especiales.
Mllle. Charlotte Brontë

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